A principios de los años ochenta, siendo adolescente, comencé a escuchar en la radio a músicos como Pat Metheny o Ray Charles, que por aquel entonces recalaban en Bilbao y San Sebastían.
Pocos años despues compré mi primer disco de Jazz, porque el título sonaba Blues, fué “Kind of Blue”, de Miles Davis.
En 1986, durante el servicio mílitar, en Melilla, hice mi primera foto de conciertos y al año siguiente asistí con mi novia a mi primer concierto de Jazz, del grupo Azimuth.
De esta forma empezó todo.
Desde esa época he vivido la música y la fotografía como algo inseparable, y con la aparición de la fotografía digital, el Jazz ha sido mi tema principal.
El mundo del Jazz es, en sí, un micromundo dentro del múndo de la música, la fotografía e incluso la literatura.
Aunque actualmente existen muchos festivales de Jazz, es una música que mentiene ese cierto aire underground, de club, de pequeños recintos, de experimentación, no hay grandes escenarios con espectaculos de luz, multimedia y alta tecnología.
Los fotografos de Jazz somos una especie aparte, en España nos conocemos, sinó todos personalmente, sí a través de las redes sociales, nos encontramos en festivales y conciertos de forma regular.
Los verdaderos fotógrafos de Jazz (no por ser mejores fotógrafos que otros) amamos el Jazz y no concebimos estar delante de un escenario sin nuestra cámara.
En realidad cuando fotografiamos es el Jazz lo que inspira nuestras imágenes.
A pesar de que he escuchado muchas veces que al hacer fotografías nos perdemos la música, no es cierto, el Jazz guia nuestro objetivo para que las imágenes trasmitan emociones.
El Jazz no mueve mucho dinero, no es el grán negocio de los festivales de música mainstream, es un mundo que se mueve por el amor a una música especial y compleja, en el buen sentido, y que, una vez te engancha, no te deja nunca.
El Jazz y la fotografía son una forma de vida y un proyecto vital. Buena parte de los fotógrafos de Jazz no nos ganamos la vida con ello, al contrario, gastamos nuestro dinero en ello, solo por el placer de la música, el arte y el disfrute de participar de la liturgia jazzera.
El contrario de los fotógrafos puramente de prensa, que documentan los eventos para noticias instantaneas, que instantaneamente desaparen en la maraña de información de toda clase de redes sociales, los fotógrafos de Jazz difundimos y promocionamos el Jazz durante todo el año a través de nuestras imágenes, que se dejan reposar, se editan y se razonan de forma lenta, para que luzcan de la mejor manera, poniendo algo de nosotros en cada foto.













